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Un 18% de las diversidades sexuales y de género en Chile son personas mayores de 60 años

El sábado pasado fue el Día Internacional de las Personas Mayores y en conjunto con Fundación GeroActivismo, queremos evidenciar en este día que la diversidad existe a lo largo de la vida. Las personas mayores no sólo son generalmente invisibilizadas y marginadas de los espacios sociales, sino que también, son consideradas como un grupo homogéneo de la sociedad y tratadas como tal. De esta manera, el viejismo estructural, es decir, todos aquellos estereotipos y prejuicios que derivan en una conducta discriminatoria sistemática de parte de la sociedad y sus instituciones, ya sea de forma explícita o implícita a las personas mayores, además de producir exclusión, también hace que se les considere como un grupo sin diferencias internas. Esta situación impide el reconocimiento de las diversidades y la toma de acción frente a las agudas desigualdades.

En Chile tenemos una deuda pendiente: no existen cifras y estadísticas que reflejen la situación que viven las personas mayores LGTBIQ+. Lo único disponible al respecto es el apartado de diversidad sexual de la CASEN 2017, a partir de la cual se puede estimar, con debilidades estadísticas en su medición, que un 18% de las personas LGTBIQ+ son mayores de 60 años. Pero ¿en qué situación se encuentran estas personas? ¿De qué manera enfrentan los desafíos sociales y materiales asociados al envejecimiento? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que no hay políticas públicas ni programas sociales que consideren de manera particular las experiencias y trayectorias de esta población.
De acuerdo a estudios internacionales, las personas mayores LGTBIQ+ son una población especialmente en riesgo frente a los problemas asociados al envejecimiento, debido a la intersección entre edad y diversidad sexual. La pobreza, el deterioro de la salud, la soledad y la necesidad de cuidados aparecen peor situadas en esta población que en las personas mayores heterosexuales.

Complementando los datos que aparecen en la segunda imagen, y de acuerdo con datos de Estados Unidos también, las personas mayores de la diversidad sexual y de género sufren mayores niveles de pobreza que las heterosexuales cisgénero, situación que se agrava además mientras más edad tienen y agudiza por otras intersecciones como la raza. Por otro lado, las personas mayores LGTBIQ+ tienen el doble de probabilidades que las personas mayores heterosexuales de envejecer en soledad.

La invisibilización sistemática de este grupo tanto por parte de la sociedad en su conjunto, como también de los grupos LGTBIQ+, genera una vejez más difícil con bajos o nulos niveles de redes de apoyo. El sesgo de la juventud en las luchas políticas y sociales, la falta de espacios propios, la invisibilidad asociada a la vejez y a la diversidad sexual, por separado y en conjunto, y la dificultad propia del envejecimiento, les vuelve una población especialmente vulnerada y excluida. Además, como han mostrado reportajes de la realidad nacional, el estigma asociado a la intersección entre edad y la pertenencia a las diversidades sexuales y de género, les genera una menor asistencia a servicios de salud, menor sociabilidad con otras personas mayores y una especie de “vuelta al closet” en la vejez.

Visibilizar a esta población, dar tribuna a sus voces, experiencias y necesidades, y generar políticas que permitan hacerse cargo de la negligencia y olvido sistemático en el que han sido relegadas las personas mayores LGTBIQ+ es tarea de todas las personas. Una sociedad inclusiva requiere de la generación de mecanismos concretos de visibilización, inclusión, reparación y de acompañamiento durante todo el ciclo vital, además de una comprensión profunda de los desafíos que cada etapa tiene. Esta es la única forma de avanzar hacia una sociedad donde la inclusión de todas las personas sea fundamental, y se garantice una vida digna y plena para todes.

Fuentes: CASEN (2017); Informe Sage USA(2018)

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