Anteriormente en ODEGI hemos explicado la necesidad e importancia de la transversalización del enfoque de género en la Constitución. ¿Qué ocurre actualmente en los sistemas de salud si los analizamos desde una perspectiva de género?
En Chile, el sistema de salud es un sistema mixto: público y privado. El sistema público, FONASA, concentra al 77,8% de la población total del país, mientras que las ISAPRES concentran al 17,2%.
En FONASA el plan de salud es único y se financia con el 7% de renta imponible, pero en ISAPRES existen múltiples planes de salud y consideran para su financiamiento una cotización adicional al 7% de la renta imponible (12% en promedio en diciembre 2020).

Este financiamiento y planes diferenciados generan un espacio disponible para distintos tipos de discriminación y desigualdad de género, además de las ya patentes desigualdades socioeconómicas, reforzando las brechas entre hombres y mujeres presentes en nuestra sociedad.
Que las ISAPRES tengan la capacidad de discriminar por género, edad y preexistencias de salud, genera que las personas de mayor riesgo sanitario y menores ingresos, se concentren en el sistema público de salud. Tal como se ve en las diapositivas, por cada 100 hombres con plan de Isapre, hay 84 mujeres. Mientras que, en Fonasa, por cada 100 hombres, hay 111 mujeres.
¿Cargas o cotizantes? Participación de las mujeres en ISAPRES
Además, las mujeres no participamos en iguales condiciones en las ISAPRES: hay más mujeres como carga (dependiente) de un hombre titular, que mujeres como cotizantes (titulares). Esto se relaciona con inequidades presentes en otros ámbitos, tales como el mercado del trabajo y las brechas salariales, a la vez que con la precariedad de trabajos feminizados que no contemplan cotizaciones.

Finalmente, vemos que las mujeres cotizantes en ISAPRES tienen una renta promedio levemente inferior a los hombres (-2,7%) y menor número de cargas (-0,3%), pero aun así se encuentran cotizando montos superiores (planes 9,7% más caros) incluso controlando por edad.


Las desigualdades de género evidentes en el acceso, calidad de participación y precios en el sistema de ISAPRES, evidencian una vez más las falencias del sistema privado de salud.