La semana pasada publicaron los resultados de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del 2020. Los resultados evidencian la grave crisis económica producto del COVID-19 y la gestión que se hizo de este. La pobreza subió en comparación al año 2017: aproximadamente 11 de cada 100 personas chilenas hoy son pobres.
Al analizar la intersección entre pobreza y género evidenciamos una cruda realidad: la pobreza en los hogares encabezados por mujeres llegó a 11,4%, en comparación al 7,6% de los hogares con jefaturas masculinas.
Además, 4,5% de los hogares encabezados por mujeres son pobres extremos, en comparación a un 3,3% de aquellos encabezados por hombres.
Las mujeres históricamente han tenido menos ingresos que los hombres, debido a las barreras de incorporación al mercado laboral, que penaliza a las mujeres que son madres, y la poca valoración de los trabajos relacionados a cuidados, frecuentemente feminizados.
Tal como lo hemos evidenciado previamente en ODEGI, la pandemia incrementó estas desigualdades por el impacto de la crisis económica en la participación laboral femenina y el aumento de la carga de cuidados en los hogares, donde el peso recayó en las mujeres.
Sin un sistema de cuidados integral y medidas con enfoque de género que aseguren el bienestar de la población, las mujeres no sólo seguiremos siendo las más afectadas por la pandemia, sino que también continuaremos retrocediendo lo que tanto trabajo nos ha costado avanzar en materia de igualdad de derechos y autonomía económica.
Fuente: Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) 2020.