Uno de los grandes problemas de nuestro país es que las políticas públicas y las decisiones que afectan la vida de las personas, no sólo son tomadas principalmente por hombres, sino que también desde la capital. Santiago no es Chile, pero muchas veces lo parece. Según datos del INE, un 12% de las mujeres de Chile viven en zonas rurales. Sus prioridades, necesidades y expectativas no son las mismas que las de aquellas que viven en zonas urbanas.
Según un estudio realizado por PRODEMU (2021) sobre mujeres rurales, el principal cambio que ellas percibían como necesario para las zonas rurales era mejorar el acceso a la salud y la disponibilidad de postas (25,9%), seguido por más oportunidades de trabajo (17,9%) y mejor conectividad (16,7%). A diferencia de las zonas urbanas, la delincuencia se encontraba al final de la lista.
Las mujeres que viven en zonas rurales muchas veces tienen mayores niveles de pobreza y menor nivel educacional, debido a la dificultad en el acceso a los servicios básicos como electricidad y agua, y a servicios sociales como salud y establecimientos educacionales. Además, las condiciones de vida rurales son también atravesadas por la cultura machista y patriarcal, que se expresa no solamente en la condena a los cambios en los roles de género si no que también en la sobreexposición de las mujeres a la violencia.
Para el futuro de las zonas rurales, las mujeres que viven en esos territorios esperan que se pueda mantener la tradición de sus cultivos, proteger el medio ambiente y mejorar la conectividad. Estos elementos deben ser considerados en las políticas públicas y programas estatales, para mejorar las condiciones de vida de quienes viven en la ruralidad, sobre todo en momentos decisivos para el porvenir de Chile. Sin embargo, también debemos considerar a las mujeres rurales desde nuestras organizaciones feministas, ya que ellas han sido muchas veces no tomadas en cuenta desde las ciudades.
Las mujeres del campo, las trabajadoras agrícolas y del mar, han sido guardianas de la cultura y de la tierra. Ellas han relevado la necesidad de políticas públicas descentralizadas, pertinentes a la realidad local y con foco en el buen vivir. Han empujado las demandas por la soberanía alimentaria y las condiciones laborales dignas en el campo.
Desde ODEGI expresamos nuestro compromiso en hacer oír las voces de las mujeres de zonas rurales y decimos: nunca más sin ellas.
Fuentes: Proyecciones de población 2021. INE Chile; Mujeres en la Agricultura Familiar Campesina en Chile. PRODEMU. Febrero, 2021; Observatorio Género: Mujeres y Territorios. Chile. RIMISP, 2020/2021.